Guerra Santa.

Es la guerra santa, la guerra de la fe, la guerra en la que van todos lento, desfilando como corderitos. Es la guerra que le regalan, para que vea, que se cumple todo lo que el pide, para ver quien es mas extremo, quien tiene mas poder. Es una guerra en que no importa cuantos sean los muertos, lo que importa es destruir, extinguir, exterminar, otra vez, en nombre de la fe. Es la guerra del terror, la guerra del cielo, que eventualmente, se da en la tierra. Es una lucha eterna para ver quien tiene la razon. Y lo peor que tiene, esta guerra carnicera, cinica y descarada, es que lejos de ser el deseo de un pueblo, es el deseo de unos pocos poderosos. Es el deseo de desear ser EL PUEBLO, de ser sus elegidos, cuando es el mismo hombre que tira las piedras, que el que las recibe. Desear no ser debiles, no ser inferiores. Ser la casta, lo mas puro de lo puro. Es la guera de la mentira, de la santidad y de la hipocresia, llena de perdedores, de victimas, y de vacio.

Osías el Osito en mameluco paseaba por la calle Chacabuco mirando las vidrieras de reojo sin alcancía pero con antojo. Por fin se decidió y en un bazar todo esto y mucho más quiso comprar. Quiero tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. 
Por favor, me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador. Quiero un río con catorce pececitos y un jardín sin guardia y sin ladrón. 
También quiero para cuando este solito un poco de conversación. Quiero cuentos, historietas y novelas pero no las que andan a botón.
Yo las quiero de la mano de una abuela que me las lea en camisón. Quiero todo lo que guardan los espejos y una flor adentro de un raviol  y también una galera con conejos y una pelota que haga gol.


Para mi mama, con muchisimo amor, que la extranio mucho! 
Brindo por la famiiiliaa! (y de paso, por mi niniez, que quedo en algun cajon, en argentina!)




La hippona, 
toda una sentimentaloide.